Recuerdo de pequeña cómo mi madre limpiaba la plata con un producto azul y luego le sacaba brillo. La verdad es que no parecía una tarea demasiado atractiva. Cuando me independicé y empecé a limpiar mis pendientes, pulseras y anillos de plata, seguí usando aquel producto, y ratifiqué que no era nada placentero. Hasta que Bea pronunció la fórmula mágica:
¡Tachán! ¡Plata limpia!
Os cuento el truco. La plata se oscurece porque el azufre que hay en la atmósfera se mezcla con la plata formándose sulfuro de plata, que lo ennegrece. Para eliminarlo, creamos una especie de pila al mezclar el aluminio con la sal, consiguiendo así que el sulfuro de plata se deposite en el aluminio. El azufre se elimina de la plata y vuelve al aire en forma de sulfuro de hidrógeno con un olor un tanto peculiar... Pero ¿qué más da? ¡Nuestra plata está más brillante que los chorros del oro!
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